jueves, 18 de diciembre de 2008

LA LUZ DE LA ANTÁRTIDA


Tenía un tanto abandonado el blog, por mor de los imperativos laborales y el hechizo seductor del Facebook, y me duele que el motivo de este regreso obligado estribe en la pérdida del gran escritor que era Francisco Casavella. Un hecho tan imprevisto como aciago.
Casavella era un gran novelista -duele y resulta extraño hablar en pasado-, autor de obras tan estimables como El triunfo o la galardonada con el último premio Nadal, Lo que sé de los vampiros. Pero tiene un lugar de privilegio en esta página por su labor como guionista de uno de los mejores títulos que ha deparado el cine español en las dos pasadas décadas (sí, sé que la competencia no era gran cosa... pero ese es otro cantar). Hablo, por supuesto, de Antártida.

En la espléndida y subestimada película de Manuel Huerga, Ariadna Gil prestaba su físico, entre hosco y vulnerable, a uno de esos personajes que Casavella sabía dibujar con mano maestra: antihéroes vencidos por el azar y la fatalidad, con una visión tan lúcida del mundo que su condición de malditos resulta inexorable. Carlos Fuentes daba la réplica con un brío que no se ha visto correspondido por su trayectoria posterior, lastrada como en tantos otros casos por la ausencia de guiones de enjundia.

Echaremos de menos a Casavella, aunque continuaremos recalando entre las páginas que esculpió con esmero... y nos dejaremos cegar de cuando en cuando, fascinados, por la intensa y espectral luz de la Antártida.

domingo, 2 de noviembre de 2008

EL INFIERNO VASCO


Aguardo expectante el visionado de El infierno vasco, la nueva aportación del bilbaíno Iñaki Arteta en torno al lacerante drama que vive desde hace ya demasiados lustros la tierra que le vio nacer. Su anterior Trece entre mil era un imprescindible y sentido tributo a las víctimas de ETA que, como cabía esperar, no tuvo el eco que merecía.

El de Arteta es verdadero cine de compromiso, capaz de bucear con arrojo en las entrañas de una sociedad que lleva en su seno el germen del totalitarismo y la intolerancia.

jueves, 4 de septiembre de 2008

KUBRICK VS. SPIELBERG (II)


Suponía que el tema iba a dar mucho de sí, pero es evidente que me quedaba corto. Lo cierto es que las aportaciones que habéis hecho a raíz de la entrada anterior no tienen desperdicio, y merecen una lectura detenida. Hemos contado además con la presencia de todo un experto en Kubrick, Mr. Christian Aguilera, cuya monografía en castellano sobre el creador de 2001 es mi preferida (y se han escrito unas cuantas); ese comentario de Jan Harlan revela hasta qué punto se trata de dos cineastas que tienen un sustrato común, más allá de sus ostensibles diferencias.

Intentando recapitular sobre todo lo dicho, parece claro que Kubrick es un creador analítico, reflexivo, en tanto Spielberg tiene un ímpetu casi visceral, que contagia energía a todo lo que toca. Desde luego mi intención no era la de proclamar un ganador absoluto. Como ha quedado de manifiesto en vuestras opiniones, los dos son grandes entre los grandes. Si Graciela se autocalifica de mujer fácil por negarse a escoger, yo debo ser también un hombre fácil (por cierto, qué lindo café).

Se trataba, y así ha sido, de escudriñar las razones por las que ambos nos gustan tanto. Es muy interesante lo que apuntan Dr. Jones y Nanna, en lo referente al legado sentimental que Spielberg ha irradiado a varias generaciones. Esa visión del cine es tan respetable y digna de atención como una concepción más sesuda y "solemne". Desde luego me siento plenamente identificado con la misma.

Pero ello no me lleva a menospreciar a Kubrick, de quien sólo echo en falta una filmografía más extensa. Si enumero las grandes películas que filmaron uno y otro, ciertamente en ese apartado estrictamente cuantitativo resulta vencedor Spielberg. Sin embargo, hay obras como Barry Lyndon cuyo valor excede de la unidad.

Parece que todos estamos más o menos de acuerdo en que Amistad es tal vez lo más flojito de Steven (Pablo hace chanza de Hook, que yo no creo tan execrable). De Stanley nadie menciona Espartaco que, probablemente, ha envejecido mal, y ya en su día disgustaba al propio director. Tampoco La chaqueta metálica, cuya primera mitad es excelente y la segunda tediosa e innecesaria (Apocalypse Now se antoja la película definitiva sobre esa contienda).

Celebro sobremanera que Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence) cuente con tantos y tan acreditados adeptos en este blog. Es un título que merece una reivindicación urgente.

Un último apunte: sabéis que Kubrick fue antes que director fotógrafo. Creo que en realidad nunca dejó de serlo, y que ese precedente condiciona de modo decisivo su manera de filmar. Si aún no habéis tenido ese placer deberíais echar un vistazo a su labor para la revista Look.
K. tenía ciertamente una mirada singular.

domingo, 17 de agosto de 2008

KUBRICK VERSUS SPIELBERG

Mi buen amigo Fernando Gahete es un dilecto kubrickiano. Como tal, adora sin reservas La naranja mecánica, y Barry Lyndon, y Senderos de gloria; y también (aunque no tanto) 2001. Hace unos días nos importunaba pendenciero a Óscar Córdoba y a mí (que profesamos la fe de Steven Spielberg), con la consabida monserga de que había gran distancia artística entre ambos. A favor del primero, naturalmente.

Tamaña osadía no podía quedar impune. De manera que ya está concertada la cita, el lugar, día y hora en que, cervezas en mano, dirimiremos esta contienda, esta singular ordalía. Para asentar nuestros respectivos argumentos con vistas a la confrontación definitiva (ya saben, "sólo puede quedar uno..."), he pensado trasladar a este blog un debate que, en realidad, cobró virulencia en todo el mundo tras el estreno de Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence); como recordarán, historia de Kubrick que trasladó a la pantalla su compinche Spielberg. Les pido su opinión: ¿cuál es su preferido? ¿Y los títulos preferidos de uno y otro?

Sí, ya sé que es una controversia tramposa. O al menos así lo veo yo: se trata de cineastas diferentes, ambos brillantes, con películas grandiosas... pero a la postre diferentes. Sin embargo, además de ameno puede resultar enriquecedor comparar la ejecutoria de dos auténticos pesos pesados del cinematógrafo, y revisar así sus bondades y carencias. ¿Se animan?

lunes, 7 de julio de 2008

CHAPLIN. LA SONRISA DEL VAGABUNDO

Escribir sobre Chaplin es, al mismo tiempo, un reto y un placer. Un reto porque especialistas reputados, como David Robinson o Manuel Villegas López, han legado páginas de singular valor, plenas de conocimiento y perspicacia. Un placer asimismo, porque la obra de Chaplin es como un manantial que no se cegara jamás: siempre cabe añadir algo nuevo o, cuanto menos, siempre resulta pertinente y aconsejable rememorar un caudal de tamaña enjundia.
Y hoy, si cabe, más que nunca. No pasa el cine por su mejor momento. Y no hago referencia a la rampante crisis de las salas comerciales, con su liturgia hermosa en franco retroceso, sino a la decadencia creativa que nos asola, y que tres o cuatro nombres escogidos no pueden soslayar.
El ejemplo de Chaplin es un magnífico antídoto contra esa carencia de objetivos artísticos, contra tanta mediocridad como hoy se manufactura envuelta en papel de celofán.
Es un libro honesto y humilde, escrito desde la admiración pero también desde el rigor; por momentos muy sentido, y hasta autobiográfico. Es lo que caracteriza a los clásicos: su obra nos moldea en mayor o menor medida, prefigura nuestros gustos y pasiones. Velázquez, Shakespeare, Mozart... Chaplin.
Cabe decir: ¡qué modernos son los clásicos!

lunes, 2 de junio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Cine como el de antes. En contra de algunas opiniones que sostienen que este Indiana no difiere de cualquier cinta reciente de acción, a mí me retorna a un tiempo pasado, bastante más gozoso.

Este Harrison Ford maduro, hasta avejentado, me resulta entrañable. Su flamante cachorro se mofa de él en no pocas ocasiones (hasta le llama "abuelo"). Estas licencias no las admiten otras estrellas de Hollywood. ¡Bien por Mr. Ford! Me parece todo un acierto, como intuía en mi anterior entrada. La química con una Karen Allen también talludita, lejos de una belleza estereotipada, brota de nuevo y se agradece. Por lo demás, el ritmo es impecable, Cate Blanchett es una robaplanos de categoría, y John Hurt mejora cada pelicula en la que aparece. Las dos horas largas se pasan en un suspiro y uno se queda con ganas de más, y desearía que la cosa se prolongase un buen rato.

Junto a todo esto, que la trama pergeñada por David Koepp resulte un tanto atropellada y artificiosa, francamente, es lo de menos. Koepp no es desde luego uno de los colaboradores más brillantes con que cuenta Spielberg, rodeado desde siempre de talentos como su inseparable John Williams, el montador Michael Kahn o el excelso director de fotografía que es Janusz Kaminski (quien por cierto se adapta aquí como un camaleón al estilo implantado en los anteriores títulos de la saga por el malogrado Douglas Slocombe). Ya digo, no es un guión memorable. Pero Spielberg y su troupe remontan con creces ese escollo y proporcionan diversión a la antigua usanza, con un sabor añejo que uno no puede por menos que paladear como un vino viejo, de una cosecha que -lamentablemente- tiende a desaparecer.

miércoles, 21 de mayo de 2008

VUELVE INDIANA


A la espera -ya restan pocas horas- de ver al fin la nueva entrega de la saga, he revisado con gusto los tres títulos anteriores. No las copias que ha emitido la tele sino los DVD que adquirí en su día. Anoto a continuación las conclusiones, alguna un tanto provocadora:
  • La primera, En busca del arca perdida, es la mejor de las tres, pero decae en el tercio final: la secuencia de la apertura del arca, cuajada de efectos especiales, no está a la altura de la hora y media anterior, sencillamente soberbia.

  • El templo maldito es bastante buena, mucho más de lo que se tiende a opinar. El arranque, con su homenaje expreso a Cole Porter y Busby Berkeley, es magnífico, y más tarde evoca con agrado La tumba india, del maestro Fritz Lang. Tanto la persecución a través de los túneles como el episodio del puente colgante son un prodigio de ritmo y puesta en escena.

  • La tercera es la más floja de las tres (lo que no quita para que esté muy bien). Depende en exceso del carisma de Sean Connery, como siempre excelente, y repite sin recato esquemas y situaciones de la primera entrega.

De este inminente retorno de Indy lo que más valoro a priori es la presencia de Cate Blanchett y John Hurt en el elenco, además de la disposición de Harrison Ford en las entrevistas previas, en las que parece ser muy consciente de su edad y tomarse esa cuestión con saludable sentido del humor (no como otros divos de Hollywood, bastante más fatuos y engolados).

miércoles, 16 de abril de 2008

EL CÍRCULO DEL LOBO


Aunque este blog -al que por múltiples motivos tenía un tanto huérfano- tiene por eje fundamental el llamado Séptimo Arte, no está de más que accedan a él novelas como la que presta su título a esta entrada; máxime cuando, a la sazón, tiene todas las trazas para poder convertirse más pronto que tarde en punto de partida para una excelente película.

El Círculo del Lobo es la primera obra de un autor, el cordobés Antonio Calzado, llamado a protagonizar grandes logros. Deudor de la narrativa de Poe y Lovecraft, Calzado ha diseñado una ingeniosa y bien dosificada trama en torno al mito del Hombre Lobo, que atrapa la atención del lector desde el inicio (¡las primeras setenta páginas son soberbias!), y que tiene la virtud de dejar entrever multitud de referencias, tanto literarias como cinematográficas, sin encasillarse de modo radical en un género concreto.

Naturalmente alguien podrá aseverar que soy juez y parte, en la medida en que he tenido la enorme fortuna de editar este libro. Sin embargo, estoy convencido de que mi juicio sobre el mismo no sería distinto, aun en el caso de que su alumbramiento me resultara mucho más lejano.

Una novela singular, tremendamente amena e interesante, y sobre todo un narrador cuyo nombre conviene retener, pues nos deparará a buen seguro más creaciones de parecida o similar envergadura.

martes, 11 de marzo de 2008

LA GUERRA DE CHARLIE WILSON

Me ha decepcionado un tanto La guerra de Charlie Wilson, de Mike Nichols, con Tom Hanks y Julia Roberts. Hay momentos en que me parece un telefilm de lujo; en otros, un telefilm a secas. Algunas situaciones de comedia bien hiladas (casi todas ellas protagonizadas por un excelente Philip Seymour Hoffman) elevan el tono general, pero el desenlace, apresurado y facilón, malogra las posibilidades de una historia real que lo tiene todo para atrapar el interés del espectador y/o lector.
El malogrado George Crile había puesto el listón muy alto con su libro homónimo, pero un metraje más amplio hubiese dado cabida a muchas más incidencias, que se quedan fuera de la hora y media justita del film de Nichols.

lunes, 18 de febrero de 2008

EL ADIÓS DEL JEFE BRODY


Me lo comentó mi buen amigo Óscar Córdoba (magnífico blog, por cierto): ha muerto Roy Scheider. Sí, el coreógrafo que conversa con la muerte en All That Jazz, pero sobre todo el Jefe de Policía de Amity en Tiburón, la obra maestra de Spielberg. Un excelente actor sin duda: sobrio, preciso, nada histriónico.
En los últimos años, como tantos otros, había encontrado cobijo en la televisión, en la que llegó a protagonizar una serie de cierto éxito, Sea Quest.
Scheider sobrevivió a duras penas al rodaje de Tiburón, uno de los más azarosos en la memoria de Hollywood. Durante el mismo improvisó la frase que se haría célebre. Tras la primera acometida del enorme escualo a la embarcación que pretendía darle caza, Scheider se dirigía a Robert Shaw, el lobo de mar Quint, y le espetaba aterrorizado: "Necesitaremos un barco más grande". A Spielberg le gustó y la mantuvo en el montaje final. Con el tiempo se convertiría en una cita de culto para muchos cinéfilos (en particular, estadounidenses), que comenzaron a hacer uso de ella en su vida cotidiana, al encontrarse ante una coyuntura de compleja o difícil salida.

martes, 22 de enero de 2008

A VUELTAS CON LOS OSCAR

Primera impresión tras conocer hace un rato las nominaciones de esta edición: desconcierto. Y por varios motivos. Ridley Scott, que ha firmado este año su mejor obra desde los días ya lejanos de Blade Runner (muy superior, desde luego, a Gladiator) se ve excluido de las principales categorías, si bien ha colocado a Ruby Dee como mejor actriz de reparto (en el rol de la madre corajuda de Denzel Washington). Zodiac, el muy estimable film de David Fincher, ni asoma la cresta.


Pero aún resulta más extravagante el caso de Expiación (mi preferida a falta de un par de estrenos de tronío). A pesar de lograr un total de siete candidaturas (entre ellas la más cotizada, la de mejor película) su director, Joe Wright, se ha quedado fuera de la terna de aspirantes. Sólo ese antológico plano-secuencia de la playa de Dunkerke ya merecía con creces la nominación. En cambio opta al Oscar en ese apartado Tony Gilroy, que no terminaba de sacar todo el partido posible al buen guión escrito por él mismo para Michael Clayton, con su exceso de primeros planos y su estética de telefilm.
Sorpresa relativa, pero muy saludable, la nueva candidatura de Alberto Iglesias, quien ya conoció dicha suerte con su partitura para El jardinero fiel. Esperemos que en esta oportunidad logre alzarse con la estatuilla, al igual que Javier Bardem, claro favorito que tiene su mayor contrincante (o eso pienso) en el soberbio Tom Wilkinson de la citada Michael Clayton.
Por su parte Daniel Day-Lewis puede ir haciendo un sitio en su repisa para el galardón al mejor actor principal que le reportará, a buen seguro, There Will Be Blood. Justo reconocimiento a su enorme categoría.