martes, 7 de febrero de 2012

THE ARTIST


Para los que hemos glosado desde antiguo las maravillas casi secretas, o cuanto menos olvidadas, que encierra el cine silente, "The Artist" podría suponer una suerte de desagravio. Lo es, sin duda alguna, aunque no por ello ha de ser oro todo lo que reluce. Ni siquiera un purista como yo debe caer en la trampa: si una película no es peor ni desdeñable por el hecho de ser muda y/o en blanco y negro, tampoco eso la hace necesariamente mejor. Conviene no confundir los términos. A la postre, la calidad no depende del lenguaje empleado, sino del uso que se haga del mismo.

En síntesis, se trata de la enésima demostración de la eficacia incontestable del sustrato dramático de "Ha nacido una estrella" (tómese la versión que se prefiera). Esto es, la decadencia inexorable de la gran estrella y el ascenso paralelo de la joven promesa. El guión de Hazanavicius no se aparta un ápice de ese arquetipo, y en ese sentido se muestra escasamente original en su formulación, jugando con referentes asimismo míticos como "Cantando bajo la lluvia" o "El crepúsculo de los dioses", que invocan sin recato la complicidad del espectador cinéfilo (y se aprovechan del desconocimiento del que no lo es tanto).

Mucho más inspirado se muestra en líneas generales el también director, logrando soluciones visuales de encomiable belleza, como ese plano general de la escalera en la que confluyen los protagonistas, o la secuencia en que la admiradora se adentra en el camerino de su ídolo y fantasea con el cortejo de éste. La partitura de Ludovic Bource puntúa la trama y refuerza la fascinación de una hermosa fotografía en blanco y negro, sirviéndose a la sazón del tema de amor que Bernard Herrmann escribió para "Vértigo"; momento en el que se constata la diferencia de nivel entre ambos compositores. Con todo, es el suyo un trabajo más que estimable, como lo es en su conjunto toda la película, filmada con exquisito mimo (con meritorias interpretaciones de Jean Dujardin y Bérénice Bejo), y que deja en el ánimo del espectador un estimulante recuerdo y una saludable nostalgia por una era ya pasada, en la que el cine hacía honor a la esencia de su arte: la imagen.


1 comentario:

Anita Noire dijo...

Pues debo decir, que tras leer críticas que la ponen por las nubes, estando como estoy pendiente de verla, no la veré, después de leer esto, con los mismo ojos. Estoy segura.